La materia constituida por todo lo que ocupa un lugar en el espacio y tiene masa se aprecia en la naturaleza en sus estados de agregación. Los estados de agregación más comunes y fáciles de identificar en nuestro alrededor son sólido, líquido y gaseoso, como por ejemplo en un trozo de hielo, en el agua.
De acuerdo con la teoría cinético-molecular, la materia está formada por partes infinitamente pequeñas, denominadas partículas o moléculas; y el estado de agregación o estado físico de una sustancia, depende entre otros factores, de la fuerza de atracción (cohesión) y de repulsión que estas partículas o moléculas ejercen entre sí.
Los sólidos se caracterizan porque las partículas que los componen están muy cercanas entre sí, y en posiciones más o menos fijas; esto hace que la distancia entre las partículas prácticamente no varíe, debido a que las fuerzas de atracción son muy intensas y las partículas sólo tienen libertad para realizar pequeñas vibraciones y por eso los sólidos tienen forma y volumen definidos.
Las moléculas de los líquidos se pueden mover libremente debido a que la fuerza de atracción son más débil que en los sólidos, lo que permite que tengan mayor libertad de rotación y traslación, además de la vibración.
En los gases, la distancia entre las partículas aún es mayor que en los líquidos. Se puede decir que las moléculas experimentan muy poca fuerza de atracción y mayor energía cinética. Debido a eso, las moléculas se mueven por todas partes y fluyen con entera libertad. Por esta razón son capaces de llenar cualquier recipiente que las contenga y por esto los gases no tienen forma ni volumen definido. Los líquidos y los gases tienen la propiedad de fluir, es decir, ante una mínima fuerza que se les aplique, porciones de ellos se desplazan sobre las porciones restantes del material.
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